La batuta de Pinchas Steinberg obtiene de la orquesta sus mejores virtudes, ductilidad, entrega, sentido del empaste, en una interpretacion gozosa que demuestra, una vez mas, como el foso responde al brio y la pericia de un director que tiene algo que decir.
El publico recibio la novedad con una atencion que pronto se desplazo del respeto al aprecio, para terminar en el entusiasmo que sabe premiar a los responsables de un regalo quizas inesperado.
La notable version musical se plegaba como un guante a la concepcion escenica de Willy Decker.
ÁLVARO DEL AMO, EL MUNDO, 15 JUNE 2010