Steinberg, a sus 63 años, tiene juventud y energía para regalar. Su estilo es vigoroso, efervescente y — al menos en el programa del sábado — alegre, vibrante. Abrió la noche con la divertida y chispeante Obertura de La escuela del escándalo, de Barber, la cual tomé a toda velocidad y destacando sus momentos explosivos. El público aplaudió larga y entusiásticamente; pero eso sólo fue el comienzo.
La segunda parte de la noche estuvo totalmente dedicada a la Sinfonía no. 4, en fa menor, op. 36, de Chaicovsky […] Era evidente que Steinberg tenía muy clara su visión de esta sinfonía, porque desde el primer movimiento hasta el último estuvo muy en control de cada pasaje, cada frase, cada detalle. A veces acercaba su mano derecha al corazón, como pidiendo a los músicos más sentimiento, mayor entrega. El ver a este titán del podio dirigiendo es una experiencia inolvidable. Y cabe preguntarse de dónde saca tanta energía. Debe ser la música sin duda; porque su labor y la de sus músicos en esta obra a todos los asistentes los colmé también de energía. Se veña en los rostros del público al final una profunda satisfacción ante esta ejecución ejemplar.
Steinberg, que tiene una larga experiencia dirigiendo ópera, sabe impartir a sus interpretaciones una buena dosis de dramatismo, su entrega de esta obra de Chaicovsky fue no sólo impecable, sino profundamente impactante. El público ovacionó por largo rato, y con razón.
Daniel Fernandez, El Nuevo Herald, 7 April 2009